Hoy toca un muscle car. No es un clásico de la historia, ni tampoco un común entre las calles de los amigos yankees. Pero no por eso es menos yankee. Amigos, estamos hablando del Chrysler 300C.
Este coche mola, y mucho. Es largo, elegante, potente (muy potente) y, por si no lo he dicho, mola mucho. Es el típico coche en que puedes ir a cerrar un negocio de armas internacional con tu chófer mientras bees champán en la parte de atrás y vas matando peatones al azar con tu magnum 44, o con el que puede ir conduciendo con una sola mano, la otra fuera de la ventanilla moviendo la cabeza al ritmo del rap. El caso es que siempre estarás tranquilo porque su V8 siempre te garantiza escapar de la pasma. Si don Corleone existiera hoy en día, tendría un 300C.
Eso si, si yo fuera Chrysler lo vendería solo en negro y no haría pagar una multa a aquellos que lo pintaran de otro color. La única cosa que hace que este coche mole un poco menos son las demás versiones que no son la de la ficha técnica, incluyendo la familiar.
Ficha técnica
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