El turno de noche fue tranquilo. Al llegar estaban haciendo una reunión en el campamento para mejorar el funcionamiento. Allí David nos cuenta cosas feas que ha visto en un campo de UNCHR, basadas en la diferencia entre colaboradoras y voluntarias.
Nuestra primera tarea es ordenar ropa y zapatos del almacen. Lo hacemos y nos sentamos alrededor de la hoguera para charlar con demás voluntarias. De repente llegan algunos de los coordinadores diciendo que este es el último turno de 12h que se hace y hacen marchar a voluntarias a descansar para que vuelvan por las 7 de la mañana. Anna y yo nos quedaremos hasta las 3 de la madrugada de todas formas. Luces y generador se quedan encendidos, cosa no habitual, porque se están realizando obras de ampliación en la tienda de mujeres. Hacia las 01:00 se retira el chico que estaba trabajando, y nos deja a oscuras con la tarea de mantener el fuego de la hoguera avivado (árdua tarea con la madera húmeda de la que disponíamos) y dar el aviso en caso de llegada de un bote. Cantamos un poco para no dormirnos (sí, los dos solos cantando Extremoduro), se hace largo, pero al fin llega el nuevo turno y nos vamos a dormir.
Nos levantamos, duchamos y desayunamos para quedar con Olga. Lo primero que me dice es que lleva 30 años llevando un coche automático así que tengo que prácticamente volverle a enseñar a conducir. llegamos a Moria y lo más impactante primero es una periodista rumana escribiendo para una revista de moda qatarí, vistiendo como si fuera a un pase de modelos, tirando fotos indiscriminadamente con el iPad, luciendo un bolso de Gucci con un pompón verde; tal cual como un elefante en una chatarrería. Dentro el campamento de Better Days for Moria tenemos la oportunidad de charlar con chico afganos, todos ellos con muchas ganas de hablar. Lo primero que dicen todos: Thank you.
Campamento Better Days for Moria/ Foto: Anna Martín |
De allí vamos al campo de Pipka, donde conocemos a una familia Siria. Allí ya no aceptan más voluntarias (en Moria tampoco). En Pipka residen aquellas refugiadas con un situación más extrema, (menores solos, gente con algún tipo de discapacidad, etc.). Tienen bungalows unifamiliares con los logos de UNCHR. De allí nos acercamos al campo de Karatepe, que descubrimos como otro campo anarquista (más adelante nos enteraríamos de que ese no era el campamento de Karatepe), donde contrastamos versiones oficiales y de los voluntarios de allí acerca de la coyuntura de la isla. Allí sí se aceptan más voluntarias: "Toda ayuda será bienvenida"
Familia siria dentro de su bungalow en Pipka |
Volvemos a Mytilini y tras ciertas peripecias al volante (saldadas todas sin ningún susto grave) llegamos al hotel. En el hotel conoceremos a Jordi y Laia (periodista) padre e hija; y vamos con ellos y Olga a cenar a to Kyma manteniendo una muy agradable conversa. La cena en el hostal que el también le da nombre a un documental sobre Proactiva Open Arms es a base de pescado recién llegado esa mañana del mar, pudiendo elegir entre cocinado a la plancha o frito, realmente delicioso. Una vez terminada la cena y habiendo sido un día agotador, volvemos al hotel para plasmar el día con esta tinta y en mi papel, para ir a dormir.
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