miércoles, 2 de marzo de 2011
Costumbres
Realmente podemos afirmar que el hombre es un animal de costumbres. Varios estudios científicos afirman que en realidad no tenemos un control sobre nosotros como el que realmente pensamos que tenemos. Sino que 0,5 segundos después de que hayamos echo algunas acciones de forma involuntaria nuestro cerebro crea la ilusión de que lo hemos echo de forma voluntaria. No solo por eso. Fernando Sabater, en su libro Ética para Amador, nos enseña que en realidad los tres principales motivos por los que hacemos nuestras acciones son las Órdenes ( tu madre diciéndote que ordenes la habitación; puede que no lo hagas, pero si lo haces sera por una orden), Caprichos (que solo se dan en algunas condiciones) y las costumbres. No sé vosotros, pero yo cuando me levanto no estoy muy pendiente de lavarme la cara, lo hago de forma casi automática. Aquí me gustaría hacer también una similitud con mis compañeros de balonmano. Cuando llevas un tiempo entrenando con los mismos 12 compañeros, en seguida te das cuenta de que frecuentan mucho sus tiros en los mismos sitios. Eso es porque su decisión ha sido fruto de la costumbre. Es solo cuando se toman un capricho que canvian su lugar de xut. Entonces el razonamiento es muy sencillo. A partir del mes de entrenamiento los entrenamientos son una constante de paradas. Pues la respuesta a eso es que no. Simplemente porque mis reflejos también se mueves muchas veces por costumbre. Es solo cuando me tomo un capricho como intentar anticiparme al balón o al jugador que consigo las paradas más espectaculares. Pero esto no solo se da en los equipos de mi categoría, hasta un xaval como yo se puede dar cuenta de que Iker Romero siempre lanza el primer penalti a su derecha arriba, o de que si le aguantas a Juanín en el primer palo lanzará al poste largo muy ajustado y a media altura. Y sin embargo, aún sabiendo esto yo seria totalmente incapaz de para un solo lanzamiento a ninguno de estos jugadores, ya que en el primer penalti siempre levanto la pierna derecha. Y podemos pensar que és muy fácil canviar el movimiento, pero es muy difícil, solo los mejores son capaces de conseguir-lo y por eso son los mejores. No podemos canviarlo porque es en las situaciones decisivas cuando al ser humano "se le ve el plumero" y demostramos lo simple e inútiles que podemos llegar a ser, así demostrando también lo complejos y extraordinarios que podemos llegar a ser, ya que un ser en formación, un adolescente de 14 años es capaz de hacer lo que ningún otro animal puede llegar a hacer, una reflexión sobre su mente y comportamiento; que no puede parecer mucho, pero somos los únicos en este planeta de los quien se sabe la existencia que pueden hacerlo.
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